Las reformas laborales del período 2010-2023, inspiradas en el paradigma europeo de la flexiseguridad, han modificado la regulación de la contratación, la flexibilidad interna, el tiempo de trabajo, la conciliación familiar, los salarios, el despido y la negociación colectiva. Su implementación en estos años ha solucionado buena parte de los problemas de nuestro mercado de trabajo, pero, a la vez, ha desvelado la presencia de otros que deben ser abordados en futuras reformas. La mayor adaptación de la representatividad sindical y empresarial a la realidad social, el fortalecimiento de la contratación indefinida, la mejora de la productividad, la reformulación de la protección social ante los cambios demográficos o la adecuada regulación laboral de las transformaciones digitales son retos estructurales que marcarán la política económica y social.