En tiempos inciertos para la democracia no valen medias tintas. Hay que de-cantarse en esta guerra global entre las dos formas de Estado/Gobierno que configuran el mundo: o estamos con las autocracias (populares y populistas) o luchamos por la democracia (de Derecho, desde los derechos y, también, con deberes). Y aquí la batalla principal que vamos perdiendo los demócratas es la terminológica.
Por eso decimos, alto y claro, que populistas son quienes radicalizan la paradoja del Poder constituyente y se toman muy en serio su máxima Vox Populi, Vox Dei, con una salida efectiva: su realización autocrática, buscando siempre debilitar o destruir cualquier límite al poder.
En cambio, la democracia solo se podrá construir como autogobierno colectivo desde cada uno de sus integrantes y abierta al mundo, es decir, nada de seguir llamándola liberal al modo decimonónico, sino en su definición actual: constitucional y en principio inviolable, pero conscientes de su pluralidad, complejidad y los peligros que pueden mancillarla.