La intensidad del derecho del voto se ha determinado tradicionalmente en proporción a la aportación del socio a la sociedad. Además de las posibles excepciones a este principio previstas por el Derecho de sociedades, los accionistas gracias al recurso a derivados equity y al préstamo de valores han conseguido crear disociaciones de facto que reciben el nombre de decoupling. Los accionistas pueden obtener una influencia relevante sin soportar el riesgo de mercado asociado a su participación (empty voting), o un inversor puede replicar una posición larga en acciones hasta conseguir determinar el sentido del voto de un accionista de manera informal sin llegar a ser el propietario de dichas acciones (hidden morphable ownership). Esta ruptura de la correlación entre riesgo y poder permite plantearnos si siguen siendo únicamente los accionistas los residual claimants en las sociedades en las que invierten....