Escribir sobre el homicidio es muy difícil. El tema es repelente y va contra el carácter mismo de nuestros instintos vitales de conservación. Sin embargo, necesitamos analizar el homicidio, pues aparte de constituir una realidad importante de nuestra existencia, toda investigación que se proponga descubrir su naturaleza será siempre saludable. Si aceptamos como cierta la sentencia de Pope: 'El estudio propio de la humanidad es el hombre', al estudio del homicidio debemos concederle alta prioridad. ¿En qué consiste esa exploración de la mente humana que realiza el psiquiatra? Incluso el psiquiatra más experimentado no pretende conocer plenamente sus dimensiones -ni la mente del asesino, a menudo deformada, puede ajustarse a categorías clínicamente definidas-. A decir verdad, el impulso al homicidio existe en todos nosotros; en todos existen dimensiones de confusión y enfermedad que emergen de nuestro pasado.