El sector eléctrico es un sistema de una gran complejidad jurídica, basado en un modelo regulado, de sectores sobre monopolios naturales necesarios, con acuerdos colusivos, y una fuente atractiva de fiscalidad; pero esa complejidad, no puede llevarnos a ignorar, que el sistema ha hecho difícil lo que en algunas ocasiones podría haber sido más sencillo, con un régimen absolutamente cambiante, sin ninguna estabilidad, y con una tributación alambicada y caótica, sin respetar en bastantes ocasiones los postulados constitucionales y la normativa europea, pero sobre todo olvidándose, de que estamos ante un sector necesario, y una fuente principal de riqueza nacional.