Este libro trata de un espacio público de virtud reordenado con el ethos de la amistad, del ideal de humanidad siempre en desarrollo. Tal virtud condensa en la amistad democrática: apertura a los otros y a ese otro que quiero ser según el deber de amistad, un sujeto libre y responsable. Pero decir amistad debida no es decir amistad auténtica. Lo auténtico ha sido una sutil figura de lo falso, coartada de los totalitarismos que ensalzan lo puro contra el humanismo democrático en crisis. Se quiere, pues, repensar la propuesta de La Boétie de tomar la amistad como condición esencial para la libertad del sujeto, para salir o no caer en la servidumbre voluntaria. La amistad debida no cede frente al odio: exige inteligencia para crear vínculos democráticos, o sea, que la tiranía no pastoree nuestras vidas sin que nos demos cuenta o, incluso, dándonos. Dicho con Camus, hay que promover la inteligencia moral y política: «Porque la amistad es la ciencia de los hombres libres. Y no hay libertad sin inteligencia y sin comprensión recíprocas».