La Equidad, como concepto y elemento jurídico es una cuestión que permanece abierta. Desde las primitivas conceptualizaciones de Epiqueya o Aequitas, no existe una definición uniforme que se pueda conciliar de manera pacífica con el hecho de que el concepto sea incorporado a textos legales con expresa voluntad de determinación, incluso determinismo, llegando a informar un criterio general de interpretación tal y ocurre el caso español (art. 3.2. del Código Civil).
De cara a una caracterización precisa -o más precisa- de la Equidad en lo jurídico, se opta por una estrategia diferente a aquellas definiciones clásicas que por sus propias posibilidades definitorias y la naturaleza de la Equidad hacen que a día de hoy la cuestión pueda seguir permaneciendo abierta con interpretaciones distintas cuando no contrarias.