Cuando el orden social se derrumba y no quedan muchas cosas que conservar, sino la esperanza y la necesidad de reconstruir un mundo inteligible y una convivencia posible, los elementos políticos de la construcción pasan a primer plano. Ello determina una perspectiva desde la cual todo cambia, sin dejar espacio para las trivialidades, ya que esa tarea debe ser hecha entre todos y porque el lenguaje habitual de la criminología, cuya influencia en la percepción del orden del mundo y en la orientación de la acción social son evidentes, suele ser empleado para favorecer las exclusiones y difundir la violencia, y esto debe ser evitado.