En la vida siempre hay alguien a quien agradecer lo que somos, o intentar ser algo similar a ese otro ser humano. Yo tuve la suerte de tenerlo cerca, aprender y anhelar ser alguien parecido a él.
Fue un gran maestro, pero no solo por lo que sabía sino por cómo lo transmitía. La cosa fácil, la vuelta lógica, el convencimiento de que lo que escribía en la conclusión era lo máximo del razonamiento y el pensamiento científico.
Humilde y sabio como muy pocos, nos legó tanto conocimiento como el que pudo colectar. Siempre estarás entre los criminalísticos, y especialmente con los balísticos. Gracias, Carlos Alberto Guzmán.