Escritas casi a la par que su obra más importante, Nacionalismo y cultura y complementarias a esta, las gemas que componen este libro, publicadas en la prensa anarquista de principios del siglo xx a ambos lados del Atlántico, son todavía hoy de una clarividencia asombrosa para diseccionar el nacionalismo, el fascismo y el culto a la religión del Estado.
[...] La producción moderna, con su división científica del trabajo, la racionalización y la disciplina de cuartel, respaldada por el embrutecimiento sistemático que llaman educación, es síntoma de una condición enfermiza que deberíamos considerar detenidamente. El nacionalismo moderno, enemigo declarado de la libertad y, por lo tanto, militarista, es uno de los factores que convierten al hombre en un autómata físico y mental. Y no es exagerado afirmar que, si no reaccionamos enérgicamente ante el peligro, puede conducirnos a la destrucción de la civilización. Todavía estamos a tiempo, pues afortunadamente la humanidad posee la suficiente vitalidad y energía creadora para rechazar ese trágico desarrollo. [...]