La década de 1920 a 1930 supone un tiempo prodigioso en la producción teatral de Valle, unos años en los que el autor culmina su proyecto de renovación teatral cuyos orígenes pudimos apreciar en el tomo IV. Un proceso de reteatralización que también reclamaban otras voces fuera de España y que, en el caso de Valle, supone un compromiso ético que se materializa a través del esperpento, de sus farsas, tragicomedias y de sus melodramas para marionetas. Una mirada, en suma, que busca la plasticidad y potencia el espectáculo teatral.