Quien frecuenta las relaciones interdisciplinares e interartísticas corre el riesgo de quedar en la periferia de las disciplinas más clásicas, especialmente en aquellas academias donde esta investigación compartida ha sido vista con recelo, en ocasiones por razón de la propia esclerosis conceptual que ofrece la academia y sus mecanismos de control y evaluación. Aproximarse con solvencia a ámbitos que, en la época actual, exigen un altísimo nivel de especialización no es tarea fácil y requiere de un vasto instrumental que permita delimitar y contender con las peculiaridades técnicas de cada lenguaje artístico. En nuestro país la investigación comparativista no cuenta con la tradición de los países anglosajones, Francia o Alemania, donde los estudios de Cavil S. Brown, Pierre Barricelli, Joseph Kerman, Pierre Brunel, Jean-Louis Backès, Steven Paul Scher, Walter Bernhart o Werner Wolf por citar solo a los que ya gozan de una condición clásica inauguraron una serie de estudios que relacionaron la música y la literatura que nos siempre han gozado de una digna continuidad. Sin duda, la publicación que aquí traemos a colación no solo constituye una honesta heredera de la relación más arriba citada, sino que domina las particularidades metodológicas, de ambas disciplinas, alentada al mismo tiempo por un contagioso entusiasmo y una profunda convicción en la necesidad de contemplar de modo conjunto a aquellas artes que nunca decidieron darse la espalda hasta que la academia las extendió como un médico forense sobre su mesa de disección.