Ni los reyes castellanos ni los aragoneses disponían de marina de guerra permanente a finales de la Edad Media, aunque en ocasiones tuvieron algunos navíos a su servicio habitual. Cuando era preciso, se recurría a la contratación temporal de barcos de diversos tipos. Los Reyes Católicos mantuvieron esta situación, organizando el servicio de buques y escuadras o armadas para operaciones concretas o periódicas, pero no establecieron flotas de guerra permanentes, cuyo costo habría sido inasumible para la Hacienda regia. Sin embargo, entre 1475 y 1515, la política regia requirió con gran frecuencia que se formaran armadas: muchas veces para la guerra, en ocasiones para la vigilancia y prevención de delitos en algunas rutas mercantiles, y otras por motivos de relación familiar o diplomática con diversas Cortes europeas. Además, el comercio, las pesquerías y, en general, las actividades navales de sus súbditos necesitaban protección jurídica o normativa. A lo largo de aquellos cuarenta años, los Reyes Católicos llevaron a cabo una activa política marítima en las propias costas españolas y desde el Mediterráneo occidental hasta el Mar del Norte, sin olvidar los nuevos espacios que se abrían a la navegación en el Atlántico medio.
El primer capítulo de este libro presenta la relación de operaciones navales que ordenaron o promovieron los Reyes Católicos entre 1475 y 1515, así como datos básicos sobre las condiciones técnicas en que se realizaron. El segundo y tercer capítulo muestran dos casos muy destacados de formación de armadas: la llamada armada de Vizcaya (1492-1495) y la organizada en 1496 para llevar a Flandes a la infanta doña Juana, esposa del archiduque Felipe de Austria, además de dar cuenta detallada del séquito y ajuar que llevó consigo la nueva archiduquesa. En los capítulos cuarto y quinto se estudia la documentación relativa a los primeros viajes a las Indias, entre 1494 y 1501. Concluye el libro con unas páginas dedicadas al
Almirantazgo de Castilla que permiten entender mejor la importancia y novedad de la política marítima que los Reyes Católicos desarrollaron gracias al auge de la capacidad naval de sus reinos, en especial la castellana.