El espíritu empresarial es la capacidad y la disposición para desarrollar, organizar y dirigir una empresa, junto con cualquiera de sus incertidumbres, con el fin de obtener un beneficio. El ejemplo más destacado de espíritu empresarial es la creación de nuevas empresas. En economía, el espíritu empresarial relacionado con la tierra, el trabajo, los recursos naturales y el capital puede generar un beneficio. La visión empresarial se define por el descubrimiento y la asunción de riesgos y es una parte indispensable de la capacidad de una nación para tener éxito en un mercado global cada vez más cambiante y competitivo. El espíritu empresarial es la aparición de nuevas empresas, especialmente pequeñas, para materializar las ideas innovadoras de los emprendedores. Así, el crecimiento o la creación de pequeñas empresas es la contribución específica del espíritu empresarial en todas las economías del mundo. Las empresas emprendedoras aportan una gran parte de los nuevos puestos de trabajo. Proporcionan puestos de trabajo de nivel inicial, así como la formación necesaria o la adquisición de experiencia para los trabajadores no cualificados. Las pequeñas empresas son el único sector que genera una gran parte del empleo total cada año. Además, las empresas emprendedoras preparan y suministran mano de obra experimentada a las grandes industrias.
