¿Por qué fracasó la unión entre la Iglesia y el Estado en el México del siglo XIX? Para responder
adecuadamente a esta pregunta, es necesario entender primero cómo funcionó la relación entre
ambas potestades durante las primeras décadas de vida republicana. Como demuestran los diferentes
ensayos que integran esta obra, el liberalismo y la república nacieron católicos en México, pero la indefinición de las reglas de convivencia mutua y el constante choque entre las prioridades del gobierno y las del clero terminaron por minar la viabilidad del régimen confesional, con independencia de las creencias religiosas de la población. Como sostuvo el presidente Benito Juárez en su "Manifiesto a la nación" del 7 de julio de 1859, la separación Iglesia-Estado era indispensable para garantizar el arraigo de cualquier régimen constitucional en México. No era sólo una cuestión de ideologías, sino una exigencia práctica en el camino a la consolidación del Estado nacional.