BOLLO AROCENA / JIMÉNEZ PINEDA (DIR.)
El 24 de febrero de 2022, la Federación de Rusia dio comienzo a un acto de agresión contra un Estado soberano e independiente, a saber, la República de Ucrania. Cuando habían transcurrido aproximadamente nueve meses desde el inicio de la agresión, tuvo lugar la Jornada extraordinaria, organizada conjuntamente por la Asociación Española de Profesores de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales y la Escuela Diplomática en la sede de esta última, bajo el título "El Derecho Internacional y Europeo contemporáneos ante la agresión rusa a Ucrania". Reflejo de las reflexiones compartidas entre los participantes es la obra que el lector tiene en sus manos, una obra organizada en tres partes, como lo estuvo la propia Jornada. En primer lugar, una primera parte incluye los trabajos relacionados con la agresión rusa a Ucrania, considerando su contexto desde perspectiva global desde el Derecho Internacional. La segunda parte agrupa los trabajos realizados sobre el estudio de las vulneraciones del Derecho internacional de los derechos humanos y del Derecho internacional humanitario cometidas en el marco de la guerra, así como las posibilidades de llevar adelante su enjuiciamiento ante instancias nacionales o internacionales. La tercera y última parte está dedicada a la respuesta internacional y europea a la agresión rusa a Ucrania. En suma, la obra que el/la lector/a tiene ante sí, pone de relieve las reflexiones compartidas el 25 de noviembre de 2022 y sus desarrollos posteriores a propósito de lo que constituye, sin duda, una las vulneraciones más graves del Derecho internacional y una de las más graves crisis del ordenamiento jurídico internacional desde la Segunda Guerra Mundial. En las fechas en las que se cierran estas líneas nada augura una solución a corto ni siquiera a medio plazo, mientras cientos de miles de personas son víctimas de la barbarie, una barbarie que creíamos desterrada al menos del continente europeo. En este escenario es más necesaria que nunca, si cabe, la defensa de los principios y valores sobre los que se asienta la Carta de las Naciones Unidas, y más necesario que nunca el fortalecimiento de la arquitectura institucional que permita el acomodo de las distintas sensibilidades existentes en la Comunidad Internacional, considerando los muchos cambios experimentados en la misma desde 1945.
