Declarar la existencia de una obra (nueva o antigua) sobre un terreno mediante la necesaria escritura notarial para su acceso al Catastro y al Registro, se ha convertido en una de las actuaciones más complicadas para los agentes de la edificación, las entidades financieras y las notarías, cuando hace solo unos años podía ser una la labor relativamente sencilla. Complicación que genera retrasos y costes si no se tiene claro el procedimiento a seguir. El notario ha pasado de controlar la legalidad de los aspectos civiles e hipotecarios, a controlar también la derivada de las normas urbanísticas, de edifi cación, medioambientales, etc. Además, antes de la propia declaración de la obra, el notario se encuentra con las difi cultades que surgen por la necesidad de coordinar tres realidades muchas veces dispares: la realidad física del suelo, la catastral y la registral. Los sistemas de coordinación distan de ser óptimos. La georreferenciación y la comprobación de que la obra cabe no solo aritmética sino también geométricamente dentro del suelo, convierten la labor notarial en una actuación multidisciplinar donde el notario debe manejar conocimientos de diversa índole....