Las acciones colectivas no son algo novedoso, aunque por su escasa aplicación en la práctica española bien pudiera parecer lo contrario. Esta circunstancia llama especialmente la atención si se piensa en el gran número de casos surgidos en los últimos años susceptibles de haberse tramitado como tales: el envenenamiento por asbestos, los cortes de servicio de la compañía Vodafone, el fraude de las academias de inglés, las retenciones por nevadas en las autovías, los sucesivos caos en aeropuertos, las prótesis mamarias o, más recientemente, el anticonceptivo Essure, el caso Volkswagen o la reciente demanda de la asociación "Milana bonita" contra Renfe por los continuos cortes del servicio ferroviario en Extremadura, entre otros muchos que puedan venir a la mente del lector.